“A la sexualidad hay que agregarle el elemento afectivo”

3 05 2012

• El profesor Rodolfo “Pili” Ramos, destacó que el abordaje de los contenidos sobre sexualidad en el aula deben ser con talleres vivenciales que promuevan la participación •

DIARIO PRIMERA EDICIÓN 3-5-2012. Por Lara Schwieters

POSADAS. El magíster y profesor superior en Biología Rodolfo Ramos, autor, junto al comunicador Luis María Aller Atucha, del libro “¿Sexosofía o educación de las sexualidades?” dialogó con PRIMERA EDICIÓN. Destacó la importancia de “aprovechar este momento histórico para desarrollar la educación sexual en las escuelas”, y apuntó que “la capacitación a los docentes con estrategias de abordaje participativas, es clave”.

¿Qué significa “sexosofía”? 
Sexosofía es un término que no está muy socializado, significa la concepción que tenemos de nuestra propia sexualidad, nuestros hábitos, historias, logros, fracasos, lo que somos sexualmente, la filosofía de cada uno de nosotros en relación con nuestra propia sexualidad. Y educación para las sexualidades porque creo que el gran desafío de este proceso educativo es justamente tratar de incluir a todas las sexualidades. No existe una sola, existen tantas sexualidades como sujetos la practiquen. Y creo que este es el momento oportuno para hablar de ellas, porque hay una serie de cambios de paradigmas que están comenzando a tener vigencia en la sociedad como la Ley de Matrimonio Igualitario, la sentencia sobre el aborto -el fallo de la Corte Suprema de Justicia, que en marzo dispuso que las mujeres víctimas de una violación pueden practicarse un aborto sin previa autorización judicial-, la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), etcétera.

¿Este podría ser un nuevo punto de partida para abordar la sexualidad? 
Implica un desafío, una nueva concepción de sexualidad superadora del paradigma hegemónico, ese que supone que el sexo es heterosexual, matrimonial, reproductivo.
Pero hoy la sexualidad no se vive así, hoy hablamos de una sexualidad placentera, diversa, antidiscriminatoria con el cuidado del riesgo -de enfermedades de transmisión sexual- y no enmarcada estrictamente en el matrimonio.

¿Y cómo se enseña la sexualidad desde ese paradigma hegemónico?
Hay dos concepciones, una es la concepción moral, que tiene vigencia y muy fuerte en la sociedad y generalmente la marcan las religiones. La otra es la biologista que es la más cómoda, porque consiste en explicar cómo funciona el aparato genital y vincularlo con las enfermedades.

En esa concepción dejan afuera los sentimientos…
Los docentes enseñan los aparatos genitales desde la anatomía, desde la fisiología, no como un componente más de la sexualidad. Pero a esa estructura biológica dinámica tenemos que agregarle el componente, emocional, afectivo, el componente relacional. Porque mis genitales son un vínculo pero están dentro de lo que yo denomino una sexualidad plena, que tiene que estar asociada con el placer, el respeto a mi propio cuerpo y al del otro.

La gran preocupación hoy es la sexualidad en los jóvenes, por el riesgo de enfermedades, los embarazos…
Hoy, los adolescentes, por suerte hacen uso de su cuerpo más libremente. El contacto corporal es una cosa cotidiana, los abrazos, besos, eso es parte de su crecimiento y reconocimiento con el otro.
Creo que este cuerpo juvenil debe ser descubierto y explorado pero acompañado de otros condimentos como la afectividad, el respeto, “el romanticismo”. Y en cuanto al encuentro sexual debería haber una antesala, un espacio de reconocimiento no solo corporal sino sensitivo, en el cual establecer un vínculo afectivo, no como hoy que los adolescentes tienen relaciones sexogenitales a veces sin saber con quién lo hacen. Entonces, la intención es recuperar esa afectividad, el respeto al cuerpo del otro, así la relación aunque sea efímera, se produzca en este marco de respeto en que nadie esté sometido, que haya un acuerdo entre las personas.

Esto es un desafío para la educación…
Para poder promover este cambio el papel de los educadores y de los padres es clave. Y el desafío está justamente en que como adulto, no me puedo sentar a conversar sobre la sexualidad del otro -del alumno- sin antes revisar mi sexualidad, mi sexosofía, cuáles son mis prejuicios, mis temores. Y para abordarlo debo hacerlo desde una propuesta metodológica participativa, grupal, como un taller, porque hablar de sexualidad implica compartir con el otro experiencias de vida en un marco de respeto, y eso no se puede hacer en una clase tradicional. Por eso los docentes se deben capacitar en estas estrategias. Desde la Facultad de Exactas -de la Universidad Nacional de Misiones- estamos ofreciendo estos espacios de capacitación, que desde la provincia todavía no se implementaron y eso retrasó bastante el proceso.

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